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Aplicación y ministración de medicamentos, a domicilio en Ciudad de México.

APLIACION DE MEDICAMENTOS CON RECETA MÉDICA, POR VÍA INTRAMUSCULAR, ENDOVENOSA Y SUB CUTÁNEA, APLICACION DE SUEROS Y CUALQUIER MEDICAMNETO.

 

INYECCION INTRAVENOSA DIRECTA

Es la administración del medicamento tal y cual como viene presentado, pudiéndose inyectar el contenido de la ampolla o el vial reconstituido directamente a la vena, o bien en el punto de inyección que disponen los equipos de administración, llave de doble o triple vía. Sin embargo, en la mayor parte de los casos, es recomendable diluir el medicamento den la jeringa con una cantidad adicional de solución salina o agua para los inyectables antes de su administración. Como norma general la velocidad de administración debe ser lenta, como mínimo de 1 – 2 minutos en unos casos y en 3 – 5 minutos en otros.

INFUSION INTRAVENOSA DILUIDA

Se ha considerado así cuando el medicamento se administra diluido con una pequeña cantidad de solución intravenosa (en general de 50 a 100 cm.) y durante un periodo de tiempo limitado. Generalmente la dosis prescrita se diluye en la solución intravenosa contenidos en los equipos de administración, o bien en soluciones intravenosas de 50 0 100 ml disponibles en los hospitales y re administra generalmente en un periodo de 30 - 60 minutos.

INFUSION INTRAVENOSA CONTINUA

El medicamento se diluye en soluciones intravenosas de gran volumen 500 a 1000 ml, y se administran en forma continua. Actualmente la infusión también puede realizarse con pequeños volúmenes mediante bombas de jeringa o de infusión.

INYECCION INTRAMUSCULAR

La técnica de administración es la habitual para esta vía. En algunos casos, sobre todo en medicamentos muy irritantes de los tejidos, se recomienda la técnica de administración en Z

  • Inyectar es administrar un medicamento a través de la piel, utilizando para ello una aguja. Es la vía más peligrosa, y debe ser usada solo cuando no existe otra vía para administrarlos.
  • Tomar en cuenta medidas higiénicas para evitar que se formen abscesos, hacerlo en sitios correctos, no reutilizar las agujas, prevenir reacciones alérgicas y vigilar al paciente luego de la inyección.
  • Cuando se aplican en un sitio incorrecto, pueden producir dolor o parálisis si se lesiona un nervio.
  • Puede ser necesario administrar una inyección intramuscular con lidocaína (anestésico local) como diluyente para disminuir el dolor. Una posible limitación del uso de lidocaína es su potencial toxicidad.
  • La inyección de un medicamento no acelera la recuperación en la mayor parte de problemas comunes de los niños/as.
  • Debe utilizarse la vía inyectable solamente cuando no se puede utilizar la vía oral o cuando la gravedad de la enfermedad lo justifique.
  • Las inyecciones son más caras que los medicamentos para administración oral; además hay que añadir el costo de la jeringuilla y su administración.
  • La administración intramuscular favorece la sensibilización alérgica, con la producción en una próxima administración del mismo producto, de reacciones adversas más o menos graves.

INYECCION SUBCUTANEA

La vía subcutánea es una de las cuatro vías parenterales que existen para la inyección de medicamentos. Clásicamente, esta vía estaba representada por la administración de insulina, heparina y vacunas. Sin embargo, con la incorporación del cuidado del enfermo terminal, las utilidades del acceso subcutáneo se han ampliado considerablemente en la atención primaria (al final de este documento se dedica un apartado a este asunto).
A la hora de administrar una medicación se debe de actuar sistemáticamente, cumpliendo una serie de pasos:

  • Preparar el material necesario.
  • Preparar el medicamento.
  • Elegir el lugar de inyección.
  • Administrar el medicamento.

Preparación del material necesario para la administración subcutánea de medicamentos
El material que tener, a la mano para evitar demoras es:

  • Antiséptico.
  • Jeringas. Se emplean normalmente las de 1 ml, pues el volumen de sustancia que hay que inyectar no suele superar esta cantidad.
  • Agujas. Emplearemos una aguja para cargar la medicación y otra para inyectarla subcutáneamente (longitud de 16-22 mm, calibre de 24-27G y bisel medio).
  • Gasas o algodón.
  • Guantes (no es necesario que sean estériles).
    Preparación de la sustancia a administrar subcutáneamente.
  • Receta médica.

Las zonas donde se pueden administrar subcutáneamente los medicamentos son las siguientes:
• Tercio medio de la cara externa del muslo.
• Tercio medio de la cara externa del brazo.
• Cara anterior del abdomen.
• Zona superior de la espalda (escapular).
• Otros lugares que también se contemplan, según la bibliografía consultada, son: el flanco del abdomen, la cresta iliaca y la zona superior y lateral de la nalga.

Aplicación subcutánea del medicamento

Los pasos a seguir a la hora de ejecutar la inyección subcutánea son los siguientes:

  • Antes de inyectar el medicamento hay que desinfectar la piel. Para ello se aplica una torunda impregnada de antiséptico en el centro de la zona elegida. Posteriormente y con un movimiento que dibuje una espiral hacia fuera, se abarca un diámetro de unos 5 cm. Con ello “se barren” hacia el exterior los gérmenes de esa zona de la piel, cosa que no se consigue si el movimiento que le imprimimos a la torunda es de derecha a izquierda o de arriba abajo.
  • Con la mano no dominante, pellizcar la piel del paciente, formando un pliegue de unos 2 cm. Coger la jeringa con el pulgar y el índice de la otra mano.
  • Colocar la aguja formando un ángulo de 45 grados con la base del pliegue que hemos formado. El bisel debe de mirar hacia arriba.

Colocar la aguja en la base del pliegue e introducirla unos 3-4 mm. Aspirar, para ver si hemos conectado con un vaso. En caso afirmativo, debemos extraer la aguja y pinchar nuevamente en otro lugar.

  • Soltar el pliegue e introducir lentamente el medicamento. El fundamento de estas dos acciones es que con ellas se disminuye el dolor que causa el procedimiento.
  • Una vez inyectada toda la sustancia, retirar la aguja. No se debe masajear la zona. Se puede dejar una gasa en el lugar de punción, por si refluye algo de líquido. Para evitar ese posible reflujo, a la hora de cargar la medicación en la jeringuilla podemos añadir 0,1 ml de aire y asegurarnos de que éste queda posterior al líquido a administrar. Así, a la hora de realizar la inyección, el aire forma una burbuja-tapón que impide que salga el medicamento.
    A estas indicaciones generales, se deben de añadir algunas advertencias particulares:
  • En el caso de los diabéticos, dado que se inyectan insulina al menos una vez al día, se debe de rotar la zona de punción, para así evitar las lesiones cutáneas. Por otro lado, con las jeringuillas precargadas no se puede formar un ángulo de 45 grados al clavar la aguja en la piel. El ángulo que se emplea es de 90 grados.
  • En el caso de las heparinas de bajo peso molecular, la zona de punción es la cintura abdominal antero y posterolateral, siempre por debajo del ombligo y alternando el lado con cada pinchazo. El ángulo que se emplea para clavar la aguja también es de 90 grados. Por último, tras introducir la aguja, no se debe de aspirar, ya que se ha visto que esta maniobra favorece la aparición de los hematomas.

La vía subcutánea en los Cuidados Paliativos

La vía subcutánea es la de elección en los enfermos terminales cuando no se puede emplear la vía oral y, especialmente, si estamos hablando de enfermos cuyo cuidado es domiciliario. La administración de la terapia se puede llevar a cabo de dos maneras:
Por infusión subcutánea intermitente. Es la forma más sencilla y asequible para los equipos de atención primaria. Puede realizarse mediante la punción reiterada cada vez que se quieran administrar los diferentes medicamentos o, mucho mejor, mediante la administración intermitente de éstos a través de una palomilla insertada en el tejido subcutáneo. La palomilla o mariposa es un dispositivo que

consta de las siguientes partes:
• Una aguja rígida y corta.
• Unas “alas” que sirven para sostener la aguja y poder realizar la punción.
• Un pequeño tubo flexible que termina en una conexión a través de la cual se administra el tratamiento.

La palomilla se puede colocar en cualquier parte del cuerpo. Una vez insertada hay que fijarla y cubrirla con un apósito transparente, para así poder vigilar las reacciones locales que se puedan producir o la salida accidental de la aguja. Si no hay complicaciones locales, se recomienda cambiar el lugar de punción cada 4-7 días.

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